RAXRUHÁ, Guatemala/EL PASO, Estados Unidos.- La muerte de una niña guatemalteca de siete años, detenida por la Policía de frontera del estado de Nuevo México, Estados Unidos, volvió a poner en discusión el tema de los miles de menores de edad que, al entrar ilegalmente a Estados Unidos, son separados de sus padres. Son casi 15.000 los niños extranjeros que están a cargo del Departamento de Salud y Servicios Humanos en Estados Unidos. Según datos de esa oficina, los chicos pasan, en promedio, 60 días en centros para inmigrantes, alejados de sus padres.
En el caso de Jakelin, la niña guatemalteca que murió después de ser detenida por agentes de la frontera de EEUU, hace 10 días, se supo que había ingresado con su padre, de quien “era inseparable” y que soñaba con poder enviar dinero a casa para apoyar a su empobrecida familia.
Nery Caal, de 29 años, y su hija Jakelin formaban parte de un grupo de más de 160 migrantes que se entregaron a los agentes fronterizos estadounidenses en Nuevo México el 6 de diciembre.
Jakelin tuvo una fiebre alta mientras estaba bajo la custodia de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos. Murió dos días después en un hospital en El Paso, Texas. “Decía que cuando ella fuera grande iba a trabajar e iba a mandar pisto (dinero) a la mamá y a la abuela”, dijo su madre Claudia Maquin, quien tiene tres hijos más, que sólo hablan la lengua maya Q’eqchi. “Como nunca ha visto países tan grandes, estaba tan contenta de que se iba a ir”, agregó y explicó cómo su esposo había ido a EEUU para encontrar una salida a la extrema pobreza en que vive.
Desde el 1 de diciembre, Caal y su hija viajaron más de 3.220 kilómetros para que el padre de Jakelin pudiera buscar trabajo en EEUU, dijo su madre, quien se enteró de la muerte de la niña a través de funcionarios consulares. (Reuters)